No sentí mucho cuando terminé de leer esta novella. En realidad, lo único que pude decir fue "Meh..." cuando finalmente la concluí. (Se puede terminar en un día con mucha facilidad, así de corta es). Sí, las últimas páginas quizá sí fueron un poquito intensas emocionalmente, pero nada que pudiera romperme el corazón a tal grado de severidad. Tuvo que pasar al menos una semana para que me embargara este sentimiento de absoluta tristeza. Y es que, pareciera gracioso, pero esta tristeza nada tiene que ver con el tema principal que aborda, sino que está relacionada directamente con el trabajo de la "señorita sándwich de helado" y todo el rollo del servicio de atención al cliente.